Una buena historia

Una buena historia nos tenía que contar José Antonio Cerrato, para despedirse de su vida académica. Una historia con cariño, de las suyas, llenas de aventuras, mitos y chistes. Así recorrimos el Madrid de Cibeles, de El Instituto Cervantes, El palacio de Comunicaciones, El Palacio de Linares, El Banco de España, El Círculo de Bellas Artes, el edifico Metrópolis... 

 

En la plaza del Rey con Barquillo, en la Casa de las Siete Chimeneas, comenzamos con historias míticas de bellas mujeres fantasmas que circulan por el lugar. Después, en el interior de la iglesia de San José, del arquitecto Pedro Ribera, donde dicen que se casó Simón Bolívar, pero que no fue así, no sólo disfrutamos de su magistral arquitectura de tres naves, y cúpula sobre pechinas, así como de la capilla de Santa Teresa, sino que José Antonio, con ese misterio con el que envuelve a los alumnos, nos contó la historia del diplomático inglés que bailó toda una noche con una bella mujer, pero que al despertar estaba ahí en su funeral abrazado a ella. Más en serio y en silencio, pasamos por la Iglesia de Caballero de Gracia, donde no se podían contar historias en su interior, y recibimos la explicación en la calle, para comprobar en silencio suerte al entrar. 

 

En nuestra ruta por las calles pasamos por la calle de la Ballesta, explicando su historia y señalando que allí vivió Rosalía de Castro o el general Serrano. También pasamos por las calles cortadas por el trazado de la Gran Vía, Mesonero Romanos y la calle Silva, y ahí nos detuvimos en una iglesia pequeñita llamada “de La Buena Dicha”,donde estaban enterradas las heroínas del 2 de mayo, como Manuela Malasaña. Estaba cerrada, pero consultamos por internet el bellísimo interior que nos explicaba el profe.

 

Seguimos por la plaza de la luna, donde la iglesia de San Martín de Tours, recogió a la antigua iglesia del Ara Coeli (Altar del cielo), y nos sorprendió su luminosidad interior, y la historia de su defensa en la Guerra Civil. De ahí nos fuimos al barrio del Refugio, al convento de San Plácido, donde se nos explicaron las obras de arte, y después a la iglesia de San Antonio de los Alemanes de 1624, donde un señor de la hermandad del refugio, nos contó la historia de los muchos detalles de la iglesia, y nos bajaron a la cripta a ver documentos. Terminamos en el teatro Lara y por las calles más castizas del lugar, donde despedimos la visita con alegría y refrigerio. Fue una mañana de convivencia y para el recuerdo de todos, de un profesor que quiso clausurar así, con sus compañeros, su última clase en la Merced. 

 

José Antonio Cerrato López comenzó su desarrollo profesional como profesor titular de Historia y Geografía, siendo tutor de 3º BUP con sor Alicia, con la que compartió no sólo atención a los alumnos y padres, sino también viajes a Italia o a Toledo. No podemos narrar aquí todo su desarrollo profesional, ni sus compañeros de tutoría, ni de los muchos  viajes con alumnos a Portugal, Chequia, Londres, París o Italia, pero si destacar que terminó su entrega siendo director de colegio. Los últimos años gozó de una reducida jornada laboral, que le permitió atender a su madre, pero cuando llegó el día de su cumpleaños, tuvo que dejar de venir a dar clase, con gran pena de su corazón, y de los alumnos que tanto le valoraban.

 

Muchas cosas bonitas de su entrega se dijeron el día de su Eucaristía de Acción de Gracias, pero yo destaqué esa humanidad tan suya recogida en la frase “lo que necesites”, porque es cierto que su capacidad de ponerse en el otro para ayudar, es esencial. José Antonio Cerrato, “gracias por ser merced en la Merced”.